Subscribir a abajoapec
Powered by es.groups.yahoo.com

sábado, 1 de diciembre de 2007

Nos hablan de progreso y desarrollo para todos y todas.

Trabajo, más trabajo y largas horas de estresante aburrimiento laboral para los jóvenes y adultos. Y con esto, más felicidad para todas las familias, para todos habitantes de “nuestro querido país”, dicen ellos, representantes de la democracia y devotos del arte de someter a otros, mientras se alistan para abordar sus costosos e implacables vehículos a visitar su club de grandes y emprendedores empresarios, a entretenerse con una película de estreno desde una zona VIP, a verse el rostro en algún periódico publicado por uno de sus tantos e inseparables amigos escuela privada, a jugar el golf en el inmenso parque en casa o ver jugar a otros… o, quien sabe, a masturbarse viendo bailar a alguna vedette de moda en la farándula.

Sus vidas, sin lugar a dudas, no son envidiables. No son un ejemplo. O quizás si, un ejemplo de una vida ridícula y tan aburrida como la de cualquier otro que vista saco y corbata.

¿Es acaso ese el progreso que desearías tener? ¿Es esa la felicidad que buscas?

Si tu respuesta es si, si te seduce vivir de ese modo, sólo puedo decirte que no te hagas ilusiones. Los mismos que te hablan de progreso económico y desarrollo social te necesitan. Te necesitan trabajando en sus grandes y cada vez más sofisticadas fábricas, en sus centrales de minería genocida. Te necesitan, si, y siempre te han utilizado como una tuerca necesaria para su producción económica. Te necesitan adoctrinando y haciendo sumisos a niños en cárceles educativas. Te necesitan contaminando organismos con cada receta de medicina química, con cada alimento modificado genéticamente. Te necesitan construyendo sus monumentos, sus grandes palacios y templos, sus impecables museos de “arte”.

Son ellos los que te ofrecen trabajo. Tú eres quien trabaja. Son ellos los que se benefician económicamente.

Pero eso no es todo. ¿Esperabas que si? No basta con que trabajes para ellos, uniformado como ellos te indican y las horas que ellos deciden. No, no es suficiente con el castigo laboral. También te necesitan consumiendo, comprando los bienes de consumo de los que ellos se han apropiado, pero que tú produjiste. Así como lo oyes. Ellos, los de cargos y puestos superiores, tus patrones, aquellos prototipos de seres felices y globalizados, te han robado lo que produjiste con tanto esfuerzo. Bien podrán despedirte cuando más quieran, pero, ya no es un secreto que ellos te prefieren allí, arrodillado, trabajando para lo que ellos más quieren y consumiendo, también lo que ellos más necesitan.

Pagas por todo lo que necesitas, o crees necesitar. Nada te pertenece. Pagas por todo lo necesario para alimentarte, hasta por el agua que sale del grifo cada día, pagas por ocupar la casa donde te cobijas del frío. Pagas por comunicarte, por que tus amistades están lejos trabajando como tú. No pagas por el aire que respiras, pero si por el aire que contaminan las empresas. Tus pulmones no son eternos. Y también, con tu dinero o el de tu familia, se pagarán los últimos minutos de tu vida. Al fin de cuentas, pagas para vivir. Es la ley de la economía.

Y si, fuiste tú quien vendió su cuerpo, su fuerza de trabajo. Fuiste tú quien prostituyo su vida mostrando una supuesta felicidad irreparable, durante tantos años. Aún recuerdas cuando apareció una sonrisa en tu rostro aquella vez que te aceptaron en tu primer empleo; por que, como bien sabemos, el que no trabaja está condenado a “morir de hambre”, a la marginación.

Pero, dicen que no. Que no estamos obligados a nada. Y mienten, esa es su especialidad, su trabajo y tu beneficio, la mentira. Mienten, siempre te han mentido.

(Continúa pronto...)

No hay comentarios: